jueves, 11 de octubre de 2018

en la piel llevo grabado
un infinito incompleto
un pájaro
            y un árbol

si alguien preguntara
qué era de ese río
qué algunas llamaban Ignacio
digan nomás:
un infinito incompleto
un pájaro
           y un árbol

jueves, 21 de junio de 2018

el nombre del invierno es
este silencio
el invierno es una esfera de luz
lechosa y callada
y yo estoy en el centro
         un río quieto

el sol va muriendo y
lo vegetal que me es lo sabe
el sol va muriendo y algo
muere en mí

los padres allá, en la memoria,
sabían de todo esto
nosotros lo olvidamos
olvidamos los ciclos,
nacer morir renacer,
los olvidamos cuando desertamos
de sentarnos en la tierra

y sin embargo aquí está todo este
invierno
esta quietud de las plantas
este silencio del bosque

el sol muere
uno de sus nombres es semilla,
vamos a regarlo,
quizás ya no con chicha,
en nuestra pobreza ni eso tenemos,
vamos a regarlo con vida
el sol muere y vamos a regarlo con vida,
con la nuestra    vegetal
vamos a hacernos semilla y morir
con el sol
buscar cobijo en lo oscuro de la Madre
y aprender a estar callados hasta escuchar
el crujir de la semilla nueva


martes, 22 de mayo de 2018

Hoy amigo Haroldo, hace una punta de años que te llevaron los vigilantes de la época, sin saber que cumplían un ritual que vos ya habías escrito.
Oreste Antonelli, preso y torturado. Oreste Antonelli preso, torturado y amigo de esa parte del carcelero que aún no estaba idiotizada, que aún no estaba rendida. Ese brote nuevo en el fondo de la historia del milico que Oreste preso, torturado, supo escuchar.
Claro que Oreste sos vos Haroldo. Y tuya es esa magia antigua de agarrar las historias con las palabras y contarlas otra vez. No para escaparte, no, sino para ver más hondo en las personas y en la cosas, en las historias. Y encontrar esa luz que las habita.
Esa magia que hace que en el gris de esta mañana de otoño, con el río quieto como un león dormido y los álamos bailando un sudeste incipiente, vos estés, magia pura, en la luz que viene de río abierto y  enciende los álamos desde arriba. En la pena y la alegría que sube desde el brazo cuando se engancha en la línea  el primer dorado. En la soledad y la promesa de lo abierto del río. En los ojos de mi compañero perro. En fin: que estés tan vivo y presente en cada cosa en esta vida en las islas, mirando, escuchando y volviendo a contar las historias pero más ciertas, más hondas, más vivas.