Entonces levantás la vista y mirás hacia el cielo y te sentís tan renovado porque está estrellado después de tanta lluvia. Y el día con todo lo del día, lo de siempre, el trabajo, la rutina y todas esas formas insatisfactorias de resolver el problema de la subsistencia material. Y estabas tan cansado, pedaleando de vuelta a casa pero levantaste la vista y sos nuevo porque el cielo está ahí, con sus estrellas que no se cansan porque no trabajan, porque están más allá, porque siempre están, iguales, impasibles, esenciales.
Pero entonces te das cuenta que es una ilusión (óptica, en primer lugar) porque las estrellas- o la luna, no están ahí, sino que vemos la luz que despidieron en algún momento, hace segundos o hace miles de años. Salís de la ilusión, como si estuvieras despertando, y pensás que eso que parece tan fijo es una suerte de caleidoscopio espacio temporal. Vos serías el punto de referencia que relaciona hechos que suceden en distintos lugares y distintos momentos. Y claro, te das cuenta que esa explicación es sólo una idea, unas palabras que pretenden agarrar y fijar esa asombrosa danza que es el cielo que está arriba tuyo. Y si el cielo que parece tan fijo está bailando ¿qué de las convenciones, del trabajo, de la rutina? Todo está bailando, como Shiva. Y te preguntás una vez más quiénes son tus autoridades, quiénes te escriben los libretos. No cuando andás en bicicleta por las noches sino cuando vas a trabajar o te angustiás por nimiedades o te vestís como hay que vestirse. Entonces te decís, una vez más, que ya va llegar, el apocalipsis, el viaje, el encuentro con vos mismo danzando al compás de las estrellas, qué sé yo, eso.
2 comentarios:
hacía rato que no andaba por estos pagos, y encuentro un Nacho más "maduro" en lo que escribe y piensa pero sigue teniendo algo de "niño rebelde" también y esa combinación es muy buena.
Uffff
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