y gire conmigo
cuando me doy vuelta con rapidez por sorprenderla.
Posiblemente esta apariencia de juego
constituya la más grave condición fisiológica
y la claridad sea una parte mía,
la de atrás.
Posiblemente no haya habido error sino pureza:
la claridad, sin manos;
los ojos porque sí, junto a otros ojos.
Posiblemente todo tienda a abrir algo,
a ponernos las manos o los ojos
en la única claridad tangible,
en la espalda del otro,
enseñándonos a darnos vuelta en el otro.
Posiblemente la claridad sea un órgano
para multiplicar lo oscuro a través nuestro,
lo oscuro debilitado
por quién sabe qué asunto sin nosotros.
Roberto Juarroz en "Segunda poesía vertical"
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