Un corrimiento lateral cualquiera, un desajustarse involuntario azaroso, y la vida ya no es lo que era; ya no transitamos el sendero habitual, hecho surco por cientos y cientos de pies acostumbrados. Nos descubrimos a un costado, asombrados de que haya sido un sendero, una huella más, indiscernible casi de ese rizoma de sendas en la inmensidad de la pampa, del desierto. Todas infinitas, todas circulares, todas sin otro destino que si mismas. Lo abierto se nos mete dentro como un océano, nos inunda con su pasmosa amplitud, pura anchura, pura profundidad. Y no hay Camino ya. Ni red ni padre ni dios ni deber ser que nos haga zafar salvándonos de la tarea incesante de ser epílogos de nosotros mismos.
sábado, 19 de septiembre de 2009
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4 comentarios:
formidable. cada día escribís mejor.
gracias lector macanudo!
gracias lector macanudo!
usted se lo merece, escritor macanudo.
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