Notas: breve obra de teatro. Pensar cómo representar un diálogo interno. La opción de ambientar el escenario como dentro de una persona queda descartada por bizarra. Pensar alguna otra cosa.
En algún arrabal del alma dos voces internas se encuentran. El sitio es oscuro y silencioso, como si estuviera fuera de la circulación habitual de la ciudad-interior, un barrio marginal. La calle está desierta. Un farol, yecto en el centro del escenario, arroja una luz mortecina. En el espacio de luz dos voces -internas, claro- dialogan:
-Es que no puedo. Me gustaría sí. Estaría bueno pero -plantándose firme, en un tono decidido- dadas las circunstancias es imposible.
-¡Basta de imposibles! ¿me podés decir por qué no se puede hacer?
-¿Y qué querés? En primer lugar está el laburo ¿Qué querés que morfe? ¿Quién me asegura que después encuentro algo?
-Vos sabés bien que de hambre no te vas a morir.
-Sí, quizás no me muera de hambre pero ¿y todas las otras cosas? ¿la casa, el auto, los proyectos a futuro?
- ... - guarda silencio con cara de "ni vos te creés a vos mismo".
- ¡no seas hijo de puta!
- ... - guarda silencio con cara de "estás haciendo un esfuerzo por auto convencerte y no creo que lo estés logrando".
- ¿Qué mierda querés que haga?
- ¿De verdad me preguntás?
- ¿No ves que te estoy preguntando?
-Me parece que a veces no querés escuchar mis respuestas.
-Si no hablás no te puedo dejar de escuchar.
- Es que no creo que te guste. Y cuando no te gusta no querés oír, no me entendés ni aunque te grite.
- Mmm... asumo el riesgo, dale, sinceridad brutal.
-Está bien, ahí va -un momento de silencio, toma aire, mira al otro a los ojos, duda, baja la mirada, inhala profundo como tomando coraje, vuelve a levantar la cabeza y le dice directo al rostro: ¿sabés qué creo? Creo que tenés mucho miedo; te armaste el puestito, un lugar cómodo. Al principio te dijiste que era por un rato, para zafar mientras tanto, "estoy bien ahora, mañana veremos". Y era así de verdad. Con el tiempo te fuiste apoltronando en tu lugarcito. Cada vez un poco más hundido en el sillón. La seguridad del techito, precario al comienzo, se te fue haciendo más y más necesaria. Hasta que un día amaneciste creyendo que ese techo era parte de vos. Cada vez te asomaste menos a la ventana. Hasta que al final te olvidaste que había un cielo más alto y un mundo más grande.
Un nuevo huésped se alojó en tu casa. Y, aunque no te guste, miedo es su nombre. Miedo al principio, como siempre, como todo, era chiquito, pasaba desapercibido. Con los días y las semanas y los meses miedo fué creciendo. Vos no lo sabías pero lo ibas alimentando, lo nutrías con cosas. Miedo pegó el estirón, aprendió a hablar en difícil, te ocupó tu silla preferida. Y terminó siendo un señor. El señor de la casa. La última voz en todas las decisiones. En algún momento hiciste un intento por sacártelo de encima. "Es imposible" te gritó, "es una locura" te aconsejó. Más por su tono de voz que por lo razonable de sus palabras te fuiste dejando convencer. No intentaste más. Con la casa tomada, como en el cuento de Julio, te mudaste a la piecita del fondo: miserable, húmeda, incómoda. "No está tan tan mal", te mentiste.
Y no sé si es bronca o pena lo que me dá. Quisiera sacudirte de los hombros con furia hasta sacarte el miedo de dentro. Quisiera ponerle orejas de burro y nariz de payaso para sacarlo a la plaza, que todos nos riéramos de él, tan respetable que parecía. Pero sé que si vos no lo echás no se va a ir nunca. Va a volver de la plaza, se va a quitar las orejas y la nariz de cotillón, se va arreglar el saco, se acomodará la corbata, se servirá un vaso de agua y lo beberá con la solemnidad quien toma un whisky etiqueta negra en algún bar del centro. Y con su ceño fruncido, su corbata impecable y su tono catedrático te convencerá una vez más. Qué sé yo. Es un poco de bronca y un poco de pena. Y entonces creo que ... - cuando levantó la cabeza notó que le estaba hablando al aire, el otro se había ido. Con sorpresa notó que un reguero de líquido rosáceo marcaba los pasos fugitivos de su interlocutor.
"Lloró rosa" se dijo a sí mismo mientras una esperanza como semilla de alpiste le nacía dentro.
jueves, 9 de julio de 2009
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8 comentarios:
me encantó Igna. Me vi identificada con la voz "de la duda"...me emociono. Esto del miedo que se va poniendo cómodo y que "aprendió a hablar en dificil" me resono, es parte de mi historia y algunos pesares.
Bueno en fin gracias por compartir todo esto.
Me hizo bien. Ines
p.d.: como quedó la peluca?!
Gracias por tus palabras nena. Es un diálogo que sucede dentro mío también.
La peluca quedó de diez, glamorosa!
dice Cortázar: "en literatura no hay temas buenos ni temas malos, hay tan sólo temas bien o mal tratados."
y en este caso, el tema del miedo está muy bien tratado.
además, como un tema tan universal se vuelve tan particular al leerlo, y uno se da cuenta de que no está solo en estas cuestiones.
Mi inquietud es: ¿por qué llegar a estos extremos para decidir quemar las naves y proyectar nomadismos? Tal vez la edad... Quizás por eso la vejez es como un reposar con lo vivido, porque ella espera de la juventud esas cavilaciones, esas idas y vueltas, ese usar los zapatos hasta reventarlos, porque ella después tendrá el peso del cuerpo gastado y hará su sabia síntesis.
excelente, como de costumbre... a mi me queda picando cual sera ese señor miedo que ya esta grandecito y totalmente acomodado en mi mejor sillon...mi miedo es no ver cual es mi miedo...je
Mister "M": una vez leí un artículo donde un hombre que peinaba algunas canas se vanagloriaba de no haber salido nunca de su provincia (o su país, no recuerdo) retomando eso de que "quien conoce su pueblo conoce el mundo". Aunque la frase diga algo verdadero, creo que subjetivamente es falsa. Dado que todo conocimiento significativo es subjetivo (lo aprehendí yo, parte de mi experiencia) si conozco mi pueblo, pero no conozco el mundo n puedo saber si son iguales. Y si la vejez se trata de la sabiduría, los dichos populares y cosas de ese estilo (como bien dice usted: "reposar con lo vivido") es necesario primero haber salido, vivirlo, "experienciarlo" (experiencing creo que decía un psicólogo yanqui). bueno, eso, creo. Para que haya síntesis tiene que estar la negación de la tesis, el perderse a sí mismo. No creo en las verdades del que no tiene los zapatos gastados.
Anónimo cortazariano: qué bueno que las perras negras nos unan, nos contacten los miedos.
Anónimo2: me encanta ese movimiento interno que le genera el texto. no se preocupe, los miedos en general están ahí, a la vuelta de la esquina. Ya se lo van a hacer saber!
Como costo encontrar este espacio donde dejarte mis palabras...
Que lindo lo que me dejaste marcado! Lei un par de cosas mas pero esta es una de mis prefes, no conocia tu facilidad para expresar por medio de la escritura. Voy a empezar a leerte mas a menudo, ahora sos como un maestor-zen-on-line.
Gracias!
Mery
Bienvenida Mery! me pareció que éste te iba a gustar. Tiene algo que ver con octubre, no?
Ja, un maestro zen on line! entre cuando vea luz prendida que nos encanta que nos visite!
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