Las matemáticas dicen que los días se alargan, poco a poco. Pero las plantas aún no lo saben. Continúan con su tristeza de heladas y días breves. No saben que el invierno es el tiempo donde se abona el reverdecer, donde se prepara la resurrección; la espera de la vida.
Las plantas no lo saben y hacen bien: si lo supieran la esperanza y la duda las ganarían. Porque esperanza dice tanto promesa como ausencia. Porque el que espera tiene la tentación del vacilar al alcance de la mano. Porque la visión del calor, aunque sea de lejos, allá, en un tiempo, puede hacer más duro el frío presente.
Las plantas no lo saben y hacen bien. Mueren cuando es tiempo de morir. Resucitan cuando son llamadas a la vida. Siguen el girar del cielo cósmico como un ciego conducido por un lazarillo en quien se confía.
Yo no soy una planta: sé que estoy en julio. Allá a lo lejos está septiembre. Sé que el tiempo vuela. Es que a veces vuela tan lento.
lunes, 6 de julio de 2009
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3 comentarios:
me gustó mucho la idea de que el tiempo vuela pero lento. tal vez porque en estos días tenga esa misma sensación.
Gracias por estas palabras. Alguna vez escuche que "la inocencia no tiene ojos para sí misma", como las plantas que no saben y hacen bien. Gracia por estas palabras y ese deseo de feliz inocencia.
Saludos de Igui.
AnónimA: oximoron le llaman no?
Igui: bienvenido! "la inocencia no tiene ojos para sí misma", excelente. Con la conciencia algo se rompió. Quizás ése fue el pecado del árbol del bien y del mal
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