Les leo algunas cosas que me gustaron. Son de Anthony de Mello, están en su libro un minuto para el absurdo;
A un recién llegado al monasterio
le dijo un discípulo más veterano:
"Debo advertirte que no entenderás ni
palabra de lo que diga el Maestro si
no tienes la disposición apropiada".
"¿Y cuál es la disposición apropiada?"
"La de un estudiante que quiere
aprender un idioma extranjero. Las
palabras que el Maestro pronuncia te
resultan familiares, pero no las
comprendes: tienen un significado
totalmente desconocido"
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Siempre que el predicador mencionaba a Dios, el
Maestro decía: "No metas a Dios en esto".
Pero, un día, el predicador ya no pudo seguir
soportándolo: "¡Siempre había sospechado que eras
un ateo!", gritó. "¿Por qué no debo meter a Dios
en esto?... ¿Por qué?
Y el Maestro le contó la siguiente historia:
Un sacerdote acudió a consolar a una
viuda por la muerte de su marido.
"¿Ha visto lo que me ha hecho su Dios?",
vociferó la mujer.
"A Dios no le agrada la muerte, hija mía",
replicó el clérigo, "sino que le resulta
tan lamentable como a ti".
"Entonces, ¿por qué la permite?"
"No hay forma de saberlo, porque Dios es
un Misterio..."
"Entonces, ¿cómo sabe usted que la muerte
no le agrada?", preguntó la mujer.
"Bueno..., realmente... digamos que..."
"¡Cállese!", gritó la viuda. "No meta
A Dios en esto, ¿quiere?"
domingo, 5 de julio de 2009
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2 comentarios:
digamos que... la vivió en carne propia como prueba de amor!
Bienvenida Ro! pase que la puerta está abierta y el guiso (con chorizo y panceta) pronto.
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