¿qué si la muerte
no deshace la trama
sino la enriquece?
¿qué si el amor no
se va con vos
sino que está
más hondo y más arriba?
¿qué si es sólo un problema óptico
esto de que somos esta trama chiquita
que la muerte y la separación
puede desbaratar?
miércoles, 10 de agosto de 2016
viernes, 22 de julio de 2016
domingo, 26 de junio de 2016
martes, 7 de junio de 2016
Hoy vinieron los hombres buscándome. Bajaron de una canoa haciendo ruido y se alegraron al encontrarme. Una chica se me subió arriba y me movía. Dos hombres celebraban cuando las naranjas caían golpeándoles los hombros y las espaldas.
Estuvieron un rato conversando y comiendo, comiéndome, mientras reían. Después miraron mis ramas livianas y se fueron haciendo ruido.
En este momento uno me está comiendo mientras me piensa y me recuerda sólo y en silencio acá en el monte. Y quizás no sepa que ahora que me come yo vivo en él y así pienso en él y me recuerdo en él. Quizás no sepa que me lleva a donde vaya y que así somos algo vivo y más grande. Algo que siente y escribe mientras este sol de invierno nos despierta a la danza del día.
Estuvieron un rato conversando y comiendo, comiéndome, mientras reían. Después miraron mis ramas livianas y se fueron haciendo ruido.
En este momento uno me está comiendo mientras me piensa y me recuerda sólo y en silencio acá en el monte. Y quizás no sepa que ahora que me come yo vivo en él y así pienso en él y me recuerdo en él. Quizás no sepa que me lleva a donde vaya y que así somos algo vivo y más grande. Algo que siente y escribe mientras este sol de invierno nos despierta a la danza del día.
sábado, 4 de junio de 2016
Preámbulo a las instrucciones para navegar en aguas de un colapso civilizatorio
Las civilizaciones, como todo organismo vivo, nacen y mueren. Cuando una civilización está muriendo puede que los individuos anden un poco desconcertados. El propósito de estas instrucciones es brindar un poco de claridad, aunque no sea más que un tronco con el que flotar mientras vemos el barco hundirse.
Este barco se hunde. Y en él se van ¿nuestras? instituciones sociales: el Estado, la Escuela, la Justicia y todo ese andamiaje estructural moderno que creció con la Enciclopedia como horizonte (y que tanto tiempo intentamos apuntalar y emparchar cuando el problema eran los cimientos).
Pero atención: con este barco se vaya quizás también todo lo que se mueve en la biósfera. En todas las crisis se acaba el mundo. Bueno, en esta crisis quizás también se acabe el mundo, aunque en un sentido no solamente literario sino también biológico.
Esta crisis es una lucha agónica. Esto hay que entenderlo. Toda crisis lo es. Pero estamos demasiado vacunados contra el fenómeno crisis: entre el lenguaje gurú-corporativo de la crisis-oportunidad y el cine catástrofe-corporativo del armaggedón estilizado / mundo zombi, a la idea de crisis le cuesta entrarnos en el cuero, hacernos daño. El cine catástrofe como parte del decorado del barco que se hunde. En versión zombi como masas de individuos en trance, desesperados por consumir/morfarse a los otros, moviéndose maquinalmente de acá para allá sin ir realmente a ninguna parte. O también en la versión catástrofe con el héroe que sobrevive al colapso mundial (un terremeto meteorito inundaciión o cualquier otra forma de la naturaleza como un otro incontrolable-irracional-imprevisible al que hay que doblegar) por ser el mejor: más fuerte-apto-poronga-sexy.
Pero estos relatos no hablan de un mañana posible. Son parte de este transatlántico que se va a pique. Es el decorado, una pintura de este hoy real: masas de consumidores-asalariados-máquinas arrasando con todo lo que encuentran y siempre insatisfechos. Mito fundacional del capitalismo que supimos conseguir: el héroe que sobrevive llevándose puesto a todo el que se cruce en su camino porque tiene el arma más poronga, es el más musculoso, tiene la estrategia más maquiavélica y además es rubio. Cualquier similitud con las prácticas de las corporaciones transnacuonales es pura coincidencia.
Mientras el agua que entra nos va tapando los pies, seguimos creyendo que es remediable desde dentro. Algún especialista se va a ocupar, va a tapar uno o dos agujeros y vamos a seguir a flote. con las patas mojadas seguimos frente a la pantalla. Y la pantalla opera en nosotros: no estamos tan jodidos como lo que pasa ahí. Es cierto que estamos bastante narcotizados pero, vamos, no es tan grave. No estamos tan jodidos como los zombis. Este mundo es peligroso (miedo, mucho miedo) y exige héroes solitarios más fuertes para pelear la batalla del día a día y sobrevivir en este barco de comida para pocos, seguridad armada y afectividad descartable.
Y se me hace que estamos frente a la pantalla un poco como los cavernícolas de Platón: hipnotizados por las sombras proyectadas en la pared, confundiéndolas con la realidad. Incapaces de darnos vuelta y descubrir que las crisis alimentaria-humanitaria-ecológica-social-política-individual-relacional, es una proyección de otras formas: el modelo extractivista-consumista-corporativista-capitalista-individualista. Y que quizás atrás haya otras cosas más sutiles y más sólidas, como la creencia en la materia como única realidad o el mito de la separación hombre naturaleza o la imagen del hombre como lobo del hombre o la idea de la supervivencia del más fuerte/apto, etcétera, etcétera.
Si esta hipótesis de que el agua que pisamos no es la consecuencia de un agujerito aislado sino el barco que se está hundiendo, quizás ayuden estas instrucciones para navegar en aguas de un colapso civilizatorio.
Las civilizaciones, como todo organismo vivo, nacen y mueren. Cuando una civilización está muriendo puede que los individuos anden un poco desconcertados. El propósito de estas instrucciones es brindar un poco de claridad, aunque no sea más que un tronco con el que flotar mientras vemos el barco hundirse.
Este barco se hunde. Y en él se van ¿nuestras? instituciones sociales: el Estado, la Escuela, la Justicia y todo ese andamiaje estructural moderno que creció con la Enciclopedia como horizonte (y que tanto tiempo intentamos apuntalar y emparchar cuando el problema eran los cimientos).
Pero atención: con este barco se vaya quizás también todo lo que se mueve en la biósfera. En todas las crisis se acaba el mundo. Bueno, en esta crisis quizás también se acabe el mundo, aunque en un sentido no solamente literario sino también biológico.
Esta crisis es una lucha agónica. Esto hay que entenderlo. Toda crisis lo es. Pero estamos demasiado vacunados contra el fenómeno crisis: entre el lenguaje gurú-corporativo de la crisis-oportunidad y el cine catástrofe-corporativo del armaggedón estilizado / mundo zombi, a la idea de crisis le cuesta entrarnos en el cuero, hacernos daño. El cine catástrofe como parte del decorado del barco que se hunde. En versión zombi como masas de individuos en trance, desesperados por consumir/morfarse a los otros, moviéndose maquinalmente de acá para allá sin ir realmente a ninguna parte. O también en la versión catástrofe con el héroe que sobrevive al colapso mundial (un terremeto meteorito inundaciión o cualquier otra forma de la naturaleza como un otro incontrolable-irracional-imprevisible al que hay que doblegar) por ser el mejor: más fuerte-apto-poronga-sexy.
Pero estos relatos no hablan de un mañana posible. Son parte de este transatlántico que se va a pique. Es el decorado, una pintura de este hoy real: masas de consumidores-asalariados-máquinas arrasando con todo lo que encuentran y siempre insatisfechos. Mito fundacional del capitalismo que supimos conseguir: el héroe que sobrevive llevándose puesto a todo el que se cruce en su camino porque tiene el arma más poronga, es el más musculoso, tiene la estrategia más maquiavélica y además es rubio. Cualquier similitud con las prácticas de las corporaciones transnacuonales es pura coincidencia.
Mientras el agua que entra nos va tapando los pies, seguimos creyendo que es remediable desde dentro. Algún especialista se va a ocupar, va a tapar uno o dos agujeros y vamos a seguir a flote. con las patas mojadas seguimos frente a la pantalla. Y la pantalla opera en nosotros: no estamos tan jodidos como lo que pasa ahí. Es cierto que estamos bastante narcotizados pero, vamos, no es tan grave. No estamos tan jodidos como los zombis. Este mundo es peligroso (miedo, mucho miedo) y exige héroes solitarios más fuertes para pelear la batalla del día a día y sobrevivir en este barco de comida para pocos, seguridad armada y afectividad descartable.
Y se me hace que estamos frente a la pantalla un poco como los cavernícolas de Platón: hipnotizados por las sombras proyectadas en la pared, confundiéndolas con la realidad. Incapaces de darnos vuelta y descubrir que las crisis alimentaria-humanitaria-ecológica-social-política-individual-relacional, es una proyección de otras formas: el modelo extractivista-consumista-corporativista-capitalista-individualista. Y que quizás atrás haya otras cosas más sutiles y más sólidas, como la creencia en la materia como única realidad o el mito de la separación hombre naturaleza o la imagen del hombre como lobo del hombre o la idea de la supervivencia del más fuerte/apto, etcétera, etcétera.
Si esta hipótesis de que el agua que pisamos no es la consecuencia de un agujerito aislado sino el barco que se está hundiendo, quizás ayuden estas instrucciones para navegar en aguas de un colapso civilizatorio.
viernes, 3 de junio de 2016
miércoles, 1 de junio de 2016
domingo, 29 de mayo de 2016
vida río
mi casa es un puesto de observador
estoy sentado en mi mesa de trabajo
una mesa sólida y amplia que invita a sentarse a escribir, a tomar mate, a compartir una comida y a hacer nada
hacer nada y observar
ver
ver el cielo, el verde, algún pájaro
pero sobre todo el cielo
el cielo
que desde acá es un mar invertido con las nubesnavegantes que lo cruzan
o las nubescerros que lo habitan
o las nubesnegras que lo abisman
es irremediable: me siento en esta mesa y escribo o tomo mate o hago nada pero al rato me encuentro siempre observando
zambullido en el cielo. nadando entre inmensidades
es que mi mesa está justo frente a una ventana
es curioso cómo hay algunas decisiones que nos moldean el mundo;
y no hablo de grandes decisiones, esas que nos desvelan
y la libertad es un abismo que da vértigo.
no
hablo de decisiones chiquitas,
tan chiquitas que son casi nodecisiones
me refiero, por ejemplo,
a esta mesa y esta ventana.
esta mesa la construí en algún recreo de la construcción de la casa
* al final recreo de nada -y descubrir que todo es recreo y punto
movido por uno de esos impulsos casi animales,
casi creativos
pulsionales
*y abandonarse haciendo y ser casi redondo y sin preguntas
sobre todo eso:
sin autoconciencia y sin preguntas
no sé si me entienden
y salió esta mesa: altura convencional, metroveinte por noventa centímetros de superficie, eucaliptus de obra cepillado para la tapa, restos de guayuvira y pino para las patas
primero fue la mesa
que dió a luz esta ventana
(en el frente de la casa había una puerta y una ventana. del mismo juego, parientes
habían vivido juntas en otra casa. hasta que la casa murió.
antes de que hubiera ventanas,
en esta otra casa que estaba naciendo,
puse la mesa contra lo que,
imaginariamente, en el mundo de los proyectos,
era una pared
* ¿y cuál es la densidad de los sueños?
¿es cierto que se nos crecen dentro,
baobas del principito,
hasta que la densidad de su materia es tan sólida que desplaza a esta convención que llamamos realidad?
¿qué fué sino todo esto que hoy llamo yporá que creció de una isla perdido en los ríos,
en un verde tan profundo y tan
profundo
que estaba fuera de los márgenes de los hombres?)
y contra esa pared imaginada pero real puse esta mesa
y entonces, vaya a saber uno cómo
pero ahora sé que fué la mesa,
esta ventana surgió
maravilla de vidrio:
piel que protege y no nos aisla
ideal de toda piel
lugar último al que caminan nuestras pieles en procesión
protección y condición de posibilidad del contacto
las dos cosas, siempre principios opuestos, luchadores enfrentados en un sólo signo que los resume y los cifra en bailarines,
un tango una zamba
vidriopielsensible
mi casa es un puesto de observador
estoy sentado en mi mesa de trabajo
una mesa sólida y amplia que invita a sentarse a escribir, a tomar mate, a compartir una comida y a hacer nada
hacer nada y observar
ver
ver el cielo, el verde, algún pájaro
pero sobre todo el cielo
el cielo
que desde acá es un mar invertido con las nubesnavegantes que lo cruzan
o las nubescerros que lo habitan
o las nubesnegras que lo abisman
es irremediable: me siento en esta mesa y escribo o tomo mate o hago nada pero al rato me encuentro siempre observando
zambullido en el cielo. nadando entre inmensidades
es que mi mesa está justo frente a una ventana
es curioso cómo hay algunas decisiones que nos moldean el mundo;
y no hablo de grandes decisiones, esas que nos desvelan
y la libertad es un abismo que da vértigo.
no
hablo de decisiones chiquitas,
tan chiquitas que son casi nodecisiones
me refiero, por ejemplo,
a esta mesa y esta ventana.
esta mesa la construí en algún recreo de la construcción de la casa
* al final recreo de nada -y descubrir que todo es recreo y punto
movido por uno de esos impulsos casi animales,
casi creativos
pulsionales
*y abandonarse haciendo y ser casi redondo y sin preguntas
sobre todo eso:
sin autoconciencia y sin preguntas
no sé si me entienden
y salió esta mesa: altura convencional, metroveinte por noventa centímetros de superficie, eucaliptus de obra cepillado para la tapa, restos de guayuvira y pino para las patas
primero fue la mesa
que dió a luz esta ventana
(en el frente de la casa había una puerta y una ventana. del mismo juego, parientes
habían vivido juntas en otra casa. hasta que la casa murió.
antes de que hubiera ventanas,
en esta otra casa que estaba naciendo,
puse la mesa contra lo que,
imaginariamente, en el mundo de los proyectos,
era una pared
* ¿y cuál es la densidad de los sueños?
¿es cierto que se nos crecen dentro,
baobas del principito,
hasta que la densidad de su materia es tan sólida que desplaza a esta convención que llamamos realidad?
¿qué fué sino todo esto que hoy llamo yporá que creció de una isla perdido en los ríos,
en un verde tan profundo y tan
profundo
que estaba fuera de los márgenes de los hombres?)
y contra esa pared imaginada pero real puse esta mesa
y entonces, vaya a saber uno cómo
pero ahora sé que fué la mesa,
esta ventana surgió
maravilla de vidrio:
piel que protege y no nos aisla
ideal de toda piel
lugar último al que caminan nuestras pieles en procesión
protección y condición de posibilidad del contacto
las dos cosas, siempre principios opuestos, luchadores enfrentados en un sólo signo que los resume y los cifra en bailarines,
un tango una zamba
vidriopielsensible
sábado, 14 de mayo de 2016
salgo de noche a mear
y mi casa mundo firme acabado
se revela una luz tenue en medio de
las estrellas
luz cálida y casi frágil
una estrella más
o un ranchito parado en la inmensidad del monte y el río
y mientras, con su guitarra Atahualpa vela el mundo
sosteniendo en sus manos
el respirar de un pájaro
y mi casa mundo firme acabado
se revela una luz tenue en medio de
las estrellas
luz cálida y casi frágil
una estrella más
o un ranchito parado en la inmensidad del monte y el río
y mientras, con su guitarra Atahualpa vela el mundo
sosteniendo en sus manos
el respirar de un pájaro
miércoles, 11 de mayo de 2016
El agua se viene otra vez. El viento está enojado, empuja y empuja desde el sur. El viento quiere arrancar los árboles que bailan y bailan un ritmo frenético. Quieren salir a caminar.
Llueve, como si fuera la última vez. El cielo es un manto gris y el sol no se ve hace dias.
Con el tiempo todo es agua: un gran lago del que afloran árboles y cosas. Islas. Todo es lago. Los límites (tierra, río) se diluyen y todo es uno.
El viento empuja. Como si quisera hacer bailar las cosas. Y los límites. Y las palabras. Hasta hacer todo uno.
El agua se mueve, lenta, con los humores del viento. Baja un poco cuando viento se suaviza. Vuelve a subir cuando viento se excita.
Las cosas surgen del agua. Una mesa. Un pedazo de carretilla junto a unos barriles oxidados. Esta casa con patas que me suspende sobre este mar.
Un tronco de álamo joven emerge frente a mí. El árbol se mueve con el viento. El tronco dibuja en el agua su ritmo, que es el del viento. El álamito dibuja en el agua el tiempo.
El agua es tiempo que le da contorno a las cosas. Las dibuja.
El agua completa todo y no hay espacios vacíos.
¿qué seríamos sin esta aguatiempo que nos dibuje?
Llueve, como si fuera la última vez. El cielo es un manto gris y el sol no se ve hace dias.
Con el tiempo todo es agua: un gran lago del que afloran árboles y cosas. Islas. Todo es lago. Los límites (tierra, río) se diluyen y todo es uno.
El viento empuja. Como si quisera hacer bailar las cosas. Y los límites. Y las palabras. Hasta hacer todo uno.
El agua se mueve, lenta, con los humores del viento. Baja un poco cuando viento se suaviza. Vuelve a subir cuando viento se excita.
Las cosas surgen del agua. Una mesa. Un pedazo de carretilla junto a unos barriles oxidados. Esta casa con patas que me suspende sobre este mar.
Un tronco de álamo joven emerge frente a mí. El árbol se mueve con el viento. El tronco dibuja en el agua su ritmo, que es el del viento. El álamito dibuja en el agua el tiempo.
El agua es tiempo que le da contorno a las cosas. Las dibuja.
El agua completa todo y no hay espacios vacíos.
¿qué seríamos sin esta aguatiempo que nos dibuje?
Querido editor:
Te escribo para contarte las razones por las que escribo. Acá te mando algunas cosas, algunas palabras. Esas perras negras.
Hubo un tiempo en que quería escribir. Quizás al principio quería ser escritor. Sí, eso. Es ridículo, ya sé y una forma casi pornográfica del ego. Pero es así. No te voy a mentir. Hace unos días decidí no mentirle más a nadie.
Hoy no quiero ser escritor. Hoy estoy desnudo y a la intemperie. Y lo que menos quiero es volver a llenarme de cosas. Y las palabras, como Escritor, es de lo que más pesa.
Escribo esta carta porque siento que es el mejor modo de contarme a mi mismo. Ante mí mismo. No tengo otro lector. No escribo para nadie. Escribo porque es el hilo que me conecta con lo hermoso. Así. Fácil. Es la hebra que me sostiene del mundo.
Me dijeron que el mundo era un lugar ahí afuera. Lleno de cosas. Con el tiempo esa explicación me fue siendo insuficiente.
Primero se me fueron yendo las cosas. Después las ideas y las palabras grandes. Finalmente se me fue el cuerpo. La piel, a pedazos. Hasta quedarme desnudo.
Desnudo en un mundo sin palabras. Una galaxia fascinante donde las cosas juegan flotando en el aire. Flotan y bailan. De acá para allá. Y nosotros, que inventamos nuestros juegos para escaparle al dolor. Y las cosas que se mueven y fluyen como ríos. El tiempo es agua que se arremolina junto a las cosas. La existencia es esta isla del delta, inundada. Afloran acá y allá árboles, sillas, flotan botellas. El tiempo las envuelve, las navega, las deriva. Y nosotros vamos, asombrados, flotando entre las cosas.
Escribo porque es el modo que tengo de navegar. Tengo un dolor: es un modo siempre insuficiente. Nunca alcanza del todo.
Escribo porque es mi modo de dibujar con levedad la gravedad de las cosas.
Escribo porque es mi modo de mantenerme desnudo. Disponible. Vivo.
Escribo porque es mi modo de mantenerme vivo. No busco otra cosa. No aspiro a otra cosa. Vivir. El resto sobra.
Un abrazo
Te escribo para contarte las razones por las que escribo. Acá te mando algunas cosas, algunas palabras. Esas perras negras.
Hubo un tiempo en que quería escribir. Quizás al principio quería ser escritor. Sí, eso. Es ridículo, ya sé y una forma casi pornográfica del ego. Pero es así. No te voy a mentir. Hace unos días decidí no mentirle más a nadie.
Hoy no quiero ser escritor. Hoy estoy desnudo y a la intemperie. Y lo que menos quiero es volver a llenarme de cosas. Y las palabras, como Escritor, es de lo que más pesa.
Escribo esta carta porque siento que es el mejor modo de contarme a mi mismo. Ante mí mismo. No tengo otro lector. No escribo para nadie. Escribo porque es el hilo que me conecta con lo hermoso. Así. Fácil. Es la hebra que me sostiene del mundo.
Me dijeron que el mundo era un lugar ahí afuera. Lleno de cosas. Con el tiempo esa explicación me fue siendo insuficiente.
Primero se me fueron yendo las cosas. Después las ideas y las palabras grandes. Finalmente se me fue el cuerpo. La piel, a pedazos. Hasta quedarme desnudo.
Desnudo en un mundo sin palabras. Una galaxia fascinante donde las cosas juegan flotando en el aire. Flotan y bailan. De acá para allá. Y nosotros, que inventamos nuestros juegos para escaparle al dolor. Y las cosas que se mueven y fluyen como ríos. El tiempo es agua que se arremolina junto a las cosas. La existencia es esta isla del delta, inundada. Afloran acá y allá árboles, sillas, flotan botellas. El tiempo las envuelve, las navega, las deriva. Y nosotros vamos, asombrados, flotando entre las cosas.
Escribo porque es el modo que tengo de navegar. Tengo un dolor: es un modo siempre insuficiente. Nunca alcanza del todo.
Escribo porque es mi modo de dibujar con levedad la gravedad de las cosas.
Escribo porque es mi modo de mantenerme desnudo. Disponible. Vivo.
Escribo porque es mi modo de mantenerme vivo. No busco otra cosa. No aspiro a otra cosa. Vivir. El resto sobra.
Un abrazo
domingo, 24 de abril de 2016
Querido editor:
Te escribo para contarte las razones por las que escribo. Acá te mando algunas cosas, algunas palabras. Esas perras negras.
Hubo un tiempo en que quería escribir. Quizás al principio quería ser escritor. Sí, eso. Es ridículo, ya sé y una forma casi pornográfica del ego. Pero es así. No te voy a mentir. Hace unos días decidí no mentirle más a nadie.
Hoy no quiero ser escritor. Hoy estoy desnudo y a la intemperie. Y lo que menos quiero es volver a llenarme de cosas. Y las palabras, como Escritor, es de lo que más pesa.
Escribo esta carta porque siento que es el mejor modo de contarme a mi mismo. Ante mí mismo. No tengo otro lector. No escribo para nadie. Escribo porque es el hilo que me conecta con lo hermoso. Así. Fácil. Es la hebra que me sostiene del mundo.
Me dijeron que el mundo era un lugar ahí afuera. Lleno de cosas. Con el tiempo esa explicación me fue siendo insuficiente.
Primero se me fueron yendo las cosas. Después las ideas y las palabras grandes. Finalmente se me fue el cuerpo. La piel, a pedazos. Hasta quedarme desnudo.
Desnudo en un mundo sin palabras. Una galaxia fascinante donde las cosas juegan flotando en el aire. Flotan y bailan. De acá para allá. Y nosotros, que inventamos nuestros juegos para escaparle al dolor. Y las cosas que se mueven y fluyen como ríos. El tiempo es agua que se arremolina junto a las cosas. La existencia es esta isla del delta, inundada. Afloran acá y allá árboles, sillas, flotan botellas. El tiempo las envuelve, las navega, las deriva. Y nosotros vamos, asombrados, flotando entre las cosas.
Escribo porque es el modo que tengo de navegar. Tengo un dolor: es un modo siempre insuficiente. Nunca alcanza del todo.
Escribo porque es mi modo de dibujar con levedad la gravedad de las cosas.
Escribo porque es mi modo de mantenerme desnudo. Disponible. Vivo.
Escribo porque es mi modo de mantenerme vivo. No busco otra cosa. No aspiro a otra cosa. Vivir. El resto sobra.
Un abrazo
Te escribo para contarte las razones por las que escribo. Acá te mando algunas cosas, algunas palabras. Esas perras negras.
Hubo un tiempo en que quería escribir. Quizás al principio quería ser escritor. Sí, eso. Es ridículo, ya sé y una forma casi pornográfica del ego. Pero es así. No te voy a mentir. Hace unos días decidí no mentirle más a nadie.
Hoy no quiero ser escritor. Hoy estoy desnudo y a la intemperie. Y lo que menos quiero es volver a llenarme de cosas. Y las palabras, como Escritor, es de lo que más pesa.
Escribo esta carta porque siento que es el mejor modo de contarme a mi mismo. Ante mí mismo. No tengo otro lector. No escribo para nadie. Escribo porque es el hilo que me conecta con lo hermoso. Así. Fácil. Es la hebra que me sostiene del mundo.
Me dijeron que el mundo era un lugar ahí afuera. Lleno de cosas. Con el tiempo esa explicación me fue siendo insuficiente.
Primero se me fueron yendo las cosas. Después las ideas y las palabras grandes. Finalmente se me fue el cuerpo. La piel, a pedazos. Hasta quedarme desnudo.
Desnudo en un mundo sin palabras. Una galaxia fascinante donde las cosas juegan flotando en el aire. Flotan y bailan. De acá para allá. Y nosotros, que inventamos nuestros juegos para escaparle al dolor. Y las cosas que se mueven y fluyen como ríos. El tiempo es agua que se arremolina junto a las cosas. La existencia es esta isla del delta, inundada. Afloran acá y allá árboles, sillas, flotan botellas. El tiempo las envuelve, las navega, las deriva. Y nosotros vamos, asombrados, flotando entre las cosas.
Escribo porque es el modo que tengo de navegar. Tengo un dolor: es un modo siempre insuficiente. Nunca alcanza del todo.
Escribo porque es mi modo de dibujar con levedad la gravedad de las cosas.
Escribo porque es mi modo de mantenerme desnudo. Disponible. Vivo.
Escribo porque es mi modo de mantenerme vivo. No busco otra cosa. No aspiro a otra cosa. Vivir. El resto sobra.
Un abrazo
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