cuando somos bien niños nuestro mundo es chiquito, está limitado por aquello que cabe en nosotros. Creemos que el universo es una extensión nuestra, que las cosas se mueven a nuestra voluntad, que están ahí por y para nosotros. Cuenta Piaget, un psicólogo suizo que observó detenidamente a sus hijos desde pequeñitos, que el niño cree que el sol está arriba, siempre arriba suyo aunque camine, porque el sol lo sigue. Lo sigue a él. Si los antiguos creían que el sol giraba en torno a la tierra, el niño cree que el sol y el universo giran alrededor de sí mismo. Eso es egocentrismo.
Hoy hizo bastante frío, pero también salió el sol. Mientras caminaba hacia el trabajo disfruté el sol en la cara y el frío en los pies. Disfruté las calles de tierra, casi sin autos, los árboles, los pájaros y sus cantos y el cielo azul. Azul bien profundo, como en esos días fríos de invierno. Todo se daba ahí y yo pertenecí a ese ahí: una nota en esa sinfonía de pájaros, soles, árboles, pieces fríos y cara cálida.
A F. lo encontramos durmiendo en las vías muertas del tren, cubierto con una frazada roñosa en medio de un desorden descomunal: cartones, restos de comida, latas vacías de pegamento, colchones viejísimos, vidrios de botella de cerveza y otras mil cosas más. Lo despertamos, no sin esfuerzo, y lo invitamos a acompañarnos. Accedió.
A J. y L. los fuimos a buscar a la puerta del comedor de la iglesia. Sabíamos que en minutos servirían el almuerzo. Todavía no habían entrado, estaban ahí nomás, sentados en la vereda charlando de buen humor. Lo bueno de la mañana es que el aire está más limpio, más azul (sobre todo si es un día azul profundo de invierno), está más virgen de la polución de la ciudad que recién amanece. Lo bueno de la mañana es que los chicos están más limpios, más vírgenes de los dolores del día, más puros de las cosas que se ponen en el cuerpo para olvidarse. A ellos también los invitamos a acompañarnos. Accedieron.
Fuimos caminando los cinco: F., J., L., Ella y Yo. El sol nos calentó la cara, el frío nos hirió los pies. Los pájaros, los árboles, el azul del cielo, la ciudad aún soñolienta: junto con los invisibles -por olvidados y por indeseados- ensayamos un acorde en esa majestuosa sinfonía en jueves.
viernes, 26 de junio de 2009
martes, 23 de junio de 2009
ni te lo esperabas!
un lugar en el mundo, un espacio en torno a una salamandra, un juntadero de mugre, un reducto de buena cocina, una casita encantadora, un aguantadero de indeseables.
con algunas manchas de humedad, con mucha onda y un poquito de fiaca, con poca plata pero gran corazón, con una lámpara a kerosén y algunas velas, con una huerta y algún poema...
todo eso se está colando en el ciberespacio, como quien no quiere la cosa.
Ni te lo esperabas!
corrientesyarroyo.blogspot.com
con algunas manchas de humedad, con mucha onda y un poquito de fiaca, con poca plata pero gran corazón, con una lámpara a kerosén y algunas velas, con una huerta y algún poema...
todo eso se está colando en el ciberespacio, como quien no quiere la cosa.
Ni te lo esperabas!
corrientesyarroyo.blogspot.com
domingo, 21 de junio de 2009
publicidades
Me gusta mucho el chocolate. Sobre todo si es negro, mejor aún si es amargo. Como esa barra de chocolate repostero de águila, ese que usaban en casa para cobertura de tortas y que, a escondidas, de purrete me birlaba para comermelo como una conquista, como una afirmación. Hoy, abriendo un chocolate me encontré con un cartoncito muy monono con la imagen de arriba. Noten la cara de la mujer: esa boca de ¿placer? Sí, ya sé, es tan obvio que ni da para el chiste fácil. Les dejo el texto que acompaña:
"Apenas abro un chocolate, el aroma invade mis sentidos. Luego su textura y color me sumergen en un intenso placer. Entro es un mundo donde me conecto con mis emociones. Se deshace suave y cremosamente en mi boca y es mi momento. Cada bocado, más placer. Podría hasta decir que soy otra. Me siento una reina envuelta en el placer intenso y único que me da el chocolate en ese instante de gloria que es sólo mío. Entregate al placer"
Lo releo por enésima vez y aún me quedo con esta sensación que aún no logro describir: entre sorprendido, anonadado, espantado y muerto de risa. Yo no sé si el publicista que la creó es un genio que está de vuelta de todo o si a la junta directiva no se le ocurrió mejor idea que contratar a un guionista de películas triple x para vender su producto.
Me dejó en offside, descolocado. O este tipo es un cráneo o el mundo se está yendo a la mierda.
Pd. hojeo una revista de rock, de esas que te venden la libertad de ser distinto: un joven que se opone al sistema, que manda todo al infierno y baja hasta el quiosco de revistas a comprarse su rebeldía con sólo siete pesos con noventa. Paso las páginas: alguna nota interesante, muchas intrascendentes, varias nuevas revelaciones que huelen a productor-queriendo-ubicar-a-sus-estrellas-en-el-mercado, varios productos re cool, re distintos, re revolucionarios (casi casi sos el Ché si te los comprás). En fin, nada nuevo. Ahora, en la contratapa me encuentro con con la típica propaganda de auto: un auto negro en un pedestal, juego de luces, abajo de la nota están las ventajas de siempre: airbag, llantas re chancheras, espejo interior antideslumbrante automático (sic) y esas cosas. Lo que me llamó la atención fue la leyenda:
"Ser diferente es que te guste lo mismo que a todos,
pero bastante tiempo antes."
No sé... o hay todo un ejército de publicistas riéndose del consumismo, iluminados que te venden los espejitos de colores mientras se cagan de risa o realmente el mundo se está yendo al carajo. No lo sé.
miércoles, 17 de junio de 2009
diario de ada
Dicen que Ada es lluvia ahora. Otros dicen que se fue para no volver.
A pesar de la insistencia del sol en brillar allá arriba, allá fuera, el mundo dentro estaba lúgubre. Permítame el lector una reflexión en voz alta: no sé de dónde esta fe injustificada en un mundo fuera. Como si hubiera un mundo allá en lo alto y otro aquí debajo. Como si uno fuera real y el otro ¿subjetivo? reminiscencias platónicas quizás...
Corrijo entonces: el sol brillaba con insistencia en el lúgubre mundo gris de Ada. No es que Ada fuera lúgubre (si se puede decir que alguien tiene o carece de luz). Mejor: Ada estaba siendo poco luminosa (intento e intento y a pesar de todo la palabra, aún el siendo, sustantiviza demasiado, reifica, fija la fluidez del presente). Se destacaba en ese día, en ese instante, por su opacidad. La ausencia de luz como una falta.
En la quietud del interior de Ada una moción surgió: "hay que estar bien" la conminó. La voz se apagó en la misma quietud de la que había surgido. Como hojas agitadas por la brisa en el bosque. Como susurros de árboles en la espesura.
El mundo era un Támesis desaguando lentamente. Objetos, personas, ideas desfilaban ante los ojos de Ada. Aparecían entre la niebla y se alejaban flotando en el río o en la bruma quizás, es indistinto ahora.
Los ojos de Ada miraban cansados, viendo como si no viesen. Como oyendo sin escuchar. Como viviendo sin querer. Su interior era una audiencia impávida frente a una realidad que no la conmovía. El mundo viejo y gris, circular, siempre igual en sus revoluciones. Como el pasar de una avenida cargada de autos y autos: en un momento ya no es éste y aquél los que pasan, es un río que se va una y otra vez.
Ada deseó zambullirse en el agua, ser una gota que se funde en la inmensidad. Ada quizo y fué un murmullo de bosque que se apaga. Ada se hundió en un sueño de almohadas, sedas y susurros. Ada lluvia: gris, fría, persistente.
.................................................................
una gota de lluvia cae en el charco y se pierde en el cielo gris
sábado, 6 de junio de 2009
ojalá que -alguna vez- elijas caminar por la vereda del sol
(*escrito con los dientes apretados)
De caminar por la sombras del tú debes te olvidaste del sabor del sol. La luz y la alegría te son tan ajenos que te amenazan como desconocidos en una noche oscura. Te acostumbraste tanto a la piel protegida que no sabés de las caricias del viento.
Al igual que Jorge de Burgos estás en guerra franca contra la risa: es lo único que amenaza tu fortaleza de cálculos y mesura.
Todos tus pasos siguen con frialdad el plan de aparentar ante el resto una imagen intachable. Y no te das cuenta que la única persona que te mira es ese enano protestón que tenés dentro.
Me animo a decir que no estás viviendo, apenas sobrevivís al acoso de tus fantasmas.
Alguna vez alguien -que había vivido- me dijo que la única forma de matar un cíclope es cegándolo en su único ojo. Te podría decir que te relajes un poco, que notes cómo todo lo que creaste son edificios de humo, espejismos en la ruta. Podría animarte a que te les acerques, los palpes (o intentes palparlos) y descubras cómo se desvanacen, cómo se derrumban con la gracia de lo que es, de lo real.
Pero no te lo voy a decir; quizás porque hoy no esté de ánimo, quizás porque no sea esta mi batalla sino la tuya, quizás porque hay palabras que no sirve escuchar sino que es imprescindible encontrar. No te voy a decir todo esto, sólo permitíme una pregunta que me aqueja, un grito que me brota a pesar de los dientes apretados: ¿por qué carajo tenés que salir a exorcizar tus demonios internos en los que estamos a tu alrededor? ¿no ves que el único culpable ya lo encontraste, vive en tu propia casa, duerme en tu cama, se esconde en tus pensamientos? ¿no ves que no hay mal ni peligro en vivir? ¿no ves que vivir es -también- desgastarse (y lo que está en el cajón de la cómoda se gasta lo mismo)? ¿no ves que el -único- pecado es que la vida te pase de largo? ¿no ves que, si hay otro pecado, es el ahogar la vida en otros?
Tanta es mi desilusión con respecto a vos que no me queda fuerza ni para intentar empujarte un poquito. Sólo me queda despedirme con un deseo: ojalá que, alguna vez, elijas caminar por la vereda del sol.
De caminar por la sombras del tú debes te olvidaste del sabor del sol. La luz y la alegría te son tan ajenos que te amenazan como desconocidos en una noche oscura. Te acostumbraste tanto a la piel protegida que no sabés de las caricias del viento.
Al igual que Jorge de Burgos estás en guerra franca contra la risa: es lo único que amenaza tu fortaleza de cálculos y mesura.
Todos tus pasos siguen con frialdad el plan de aparentar ante el resto una imagen intachable. Y no te das cuenta que la única persona que te mira es ese enano protestón que tenés dentro.
Me animo a decir que no estás viviendo, apenas sobrevivís al acoso de tus fantasmas.
Alguna vez alguien -que había vivido- me dijo que la única forma de matar un cíclope es cegándolo en su único ojo. Te podría decir que te relajes un poco, que notes cómo todo lo que creaste son edificios de humo, espejismos en la ruta. Podría animarte a que te les acerques, los palpes (o intentes palparlos) y descubras cómo se desvanacen, cómo se derrumban con la gracia de lo que es, de lo real.
Pero no te lo voy a decir; quizás porque hoy no esté de ánimo, quizás porque no sea esta mi batalla sino la tuya, quizás porque hay palabras que no sirve escuchar sino que es imprescindible encontrar. No te voy a decir todo esto, sólo permitíme una pregunta que me aqueja, un grito que me brota a pesar de los dientes apretados: ¿por qué carajo tenés que salir a exorcizar tus demonios internos en los que estamos a tu alrededor? ¿no ves que el único culpable ya lo encontraste, vive en tu propia casa, duerme en tu cama, se esconde en tus pensamientos? ¿no ves que no hay mal ni peligro en vivir? ¿no ves que vivir es -también- desgastarse (y lo que está en el cajón de la cómoda se gasta lo mismo)? ¿no ves que el -único- pecado es que la vida te pase de largo? ¿no ves que, si hay otro pecado, es el ahogar la vida en otros?
Tanta es mi desilusión con respecto a vos que no me queda fuerza ni para intentar empujarte un poquito. Sólo me queda despedirme con un deseo: ojalá que, alguna vez, elijas caminar por la vereda del sol.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)