domingo, 12 de julio de 2009

perras negras

"Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo."

"Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o la mímica abstracta."

Julio Cortázar en Rayuela, capítulo 93.



La perra negra ladra una vez más. Quizás un auto, una bicicleta o un fantasma. Aunque escasean los fantasmas los mediodías soleados de los días feriados. Si no un fantasma quizás un deseo.
Mis perras negras siguen los deseos con sus ladridos. Ellas se meten en este cuaderno, como por un agujero en el cerco, cuando el dueño de casa está distraído, y los corren y los acorralan. Los huelen, los persiguen, los calculan, los adjetivan, los describen minuciosamente del anverso y el reverso.
Cuando un deseo es acosado por las perras negras generalmente hace uso de su materia inaprensible y se esfuma, con la gracia de la hoja que se desprende del árbol en otoño. Las perras quedan desconcertadas, se ladran unas a otras, se mordisquean, se amenazan y terminan descubriendo tarde, demasiado tarde, que la presa se las ha escabullido.
Cierto es también que, en ocasiones, contadas ocasiones, el deseo prescinde de la huida. Por capricho o necesidad, quién sabe, presenta batalla haciendo manifiesta una fascinante trasmutación; en la escena está el deseo acorralado, las perras excitadas, como adolescentes tontones, hacen lo suyo: ladridos, mordiscos, corridas. Entonces, inesperadamente ¡zas! el milagro: el deseo, respondiendo a alguna exacta ley que los aspirantes a escritor intentan e intentarán infructuosamente develar, abre una puerta. En el cuerpo del deseo se adivina un abertura que se hace más y más grande mientras nos invita, nos seduce, nos compele a entrar; perro, ladridos, cerco y agujero, dueño despistado, todos hunden en el dulce abismo entrabierto. Y por un instante, que bien puede ser una eternidad, somos-deseo-adentro. Flotamos, decimos, hablamos, soñamos y pensamos del brazo de deseo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cortázar y el deseo : una buena combinación.

Anónimo dijo...

gracias por recordame que formo parte de la secta de los cortazarianos. hiciste que renaciera en mí el deseo de hacer la tesis doctoral.

naio dijo...

anónimo1: y si le agregamos una pizca de vino es una mezcla explosiva!

anónimo2: estoy compartiendo unos ratos con Oliveira y la maga con muchísimo placeo; seguro eso se cuela por acá, entra en contacto con usted y le despierta esas ganas dormidas. No soy yo ¡es el Julio mismo nomás que la está llamando!

Anónimo dijo...

una convocatoria de Julio desde el arte.
veremos que sale de todo esto. por lo pronto , disfruto del momento, de cada reencuentro con los textos, yendo por alguna autopista del sur, entrando en alguna casa tomada, jugando a la rayuela.